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Lecturas como la del Dr. Fausto de Thomas Mann deberían ser obligatorias. Sí, lo sé, me estoy entusiasmando demasiado... es imposible... es un libro que a la mayoría de la gente no le interesaría ni lo más mínimo, por no hablar de que no tendrían la capacidad de leerlo; es una obra densa, muy técnica, con pasajes tremendamente oscuros (algunos de los cuales redactó Adorno, lo cual lo dice todo)... Pero la prolija descripción que hace de cómo el proselitismo cultural de un pueblo (el alemán, en este caso) obsesionado con su propia identidad, precisamente a causa de la indefinición de ésta (de la cultura en general, y de su cultura en particular), termina conduciendo a la aparición del nazismo, es muy clarificadora de muchos fenómenos sociohistóricos que se están repitiendo hoy. Lo vemos en el resurgir de movimientos populistas y autoritarios, tan sólo a un paso del fascismo, tanto en EE. UU. como en Brasil o en Turquía, como en gran parte de Europa y en Rusia y otros países eslavos. Ahora bien, al igual que en otro referente ineludible, La cinta blanca de Haneke, película sutil en extremo, la cuestión no es hacer comparaciones gruesas y simplonas con el propio nazismo, o llamar "fascismo" a todo, como siempre hace la izquierda. El asunto es entender que, años o incluso décadas antes de que aparezca el chiflado ególatra de turno que uniformiza a la sociedad y la envía al desastre (propio y ajeno), existe ya una predisposición sociológica que hace posible algo así. Y que ésta tiene que ver estrechamente con esa repugnante mezcla de narcisismo y victimismo que se cultiva desde la propia familia y la escuela (no digamos ya en una realidad absolutamente dominada por los mass media y las redes sociales, que lo incrementan todo exponencialmente). Es el terreno nutricio para el rencor, puede que inconsciente durante algún tiempo, hacia "los otros", los que "no son nosotros" y por ello mismo "nos impiden ser un pueblo" o "una nación"; esos que "nos roban" o "nos agraviaron en el pasado", y que por tanto son "el enemigo". Y ese rencor terminará por estallar algún día, con cualquier pretexto. Tan sólo está esperando su momento, y al líder carismático que vertebre los odios reprimidos y lo haga saltar todo por los aires.





Por D. D. Puche

Literatura | 11-11-22


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