Felicidad



Simplificando un poco la cuestión, se podría decir que el concepto occidental de la felicidad consiste en la satisfacción del deseo, mientras que el oriental consiste, por el contrario, en el control del propio deseo. Dos fines diferentes que conllevan medios de ejecución muy diferentes. Los de Occidente están más volcados en el mundo que nos rodea, ese en el que queremos ver realizado el deseo; la clave está en la transformación de dicho mundo, ya sea efectiva ("hechos") o imaginaria, y por tanto siempre aplazada ("fe"). En ambos casos supone vivir de expectativas, proyectado en el futuro. Los de Oriente, por el contrario, se vuelven hacia el propio sujeto: la clave es la transformación del propio yo, hacerlo lo más independiente posible del mundo. Ello implica técnicas de aquietamiento de la voluntad y el deseo. Lo importante, por tanto, no es el futuro, sino el presente.


En suma: mientras la filosofía o la religiosidad occidentales entienden la felicidad como obtener satisfacción (sentido positivo), las orientales la entienden como evitar el sufrimiento (sentido negativo). La primera encuentra frustración en no conseguir lo deseado; la segunda en el propio desear.





Por D. D. Puche

Filosofía | 22-05-22


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